Hay una lectura y una homilía en esta charla. Véase los datos técnicos. El Padre lee sus folias del Cantar en las paginas 23-26 de la edición de 1984. "Por desgracia la vida de un cristiano ..." puede transcurrir sin hambre de Dios. La búsqueda de Dios puede llegar a ser algo vacío. Los enamorados se buscan con deseo apasionado. El Espíritu de Jesús vive en nosotros en la misma medida en que le dejamos actuar. La búsqueda de Dios es cualquier cosa menos una búsqueda fría. Solo con el Espíritu del Señor podemos buscar al Señor. Un lujurioso, que no tenga el Espíritu del Señor, no va a tener ganas de buscar con ansias al Señor. El Espíritu del Señor es pureza. Nadie puede desear al Señor si no es conducido por el Espíritu del Señor. En Dios el Espíritu Santo es una relación activa y pasiva. Se llama a los sedientos. Dios nos da exageradamente y espera de nosotros una respuesta exagerada. La exageración es concepto relativo. Los tibios están contra de la exageración. La necesidad de ser santos. Nostalgia de la santidad y tristeza de que no poseemos la santidad. Si a nuestro alrededor no promovemos el susto, es porque no somos santos. La Santidad es peligrosa. Peligro de pensar que todo esto es literatura. El Santo es productor de terremotos y es peligroso. Menciona a Gilson en la introducción a las artes de lo bello. Se privan de los valores del espíritu. Aquí termina la lectura y empieza la homilía. Al parecer hay dos milagros diferentes sobre los panes. El milagro se hizo gracias a la generosidad del joven. El milagro lo hizo Jesús. Sin Jesús, no hubiera habido milagro. Jesús es el que pone el fuego en el corazón del hombre. Sin ese Amado de nuestra alma, no se puede dar la solidaridad. Es una utopía.